¿Quién manda en tu vida?
POR María Elizeth González Martínez
11/10/2024
Hoy quiero hacerte una pregunta que, aunque simple, es profundamente incómoda: ¿Quién manda en tu vida? ¿Eres tú quien toma las decisiones importantes o has dejado que las circunstancias, los miedos o incluso las expectativas de otros, lo hagan por ti?
A veces nos perdemos en la rutina, en el día a día, y sin darnos cuenta, comenzamos a funcionar en automático. Es como si viviéramos una película donde no somos los protagonistas, sino solo espectadores. Nos dejamos llevar por lo que “deberíamos” hacer, lo que “esperan” de nosotros. Y ahí, sin darte cuenta, pierdes el control de tu vida.
Autoconocimiento es libertad
El primer paso para tomar las riendas de tu vida es conocerte. Y no hablo de conocer tus gustos o tus hobbies, hablo de ese conocimiento profundo, ese que te permite entender por qué haces lo que haces, qué miedos te impulsan, qué heridas te condicionan. El autoconocimiento es libertad. Porque cuando te conoces, cuando entiendes tus motivaciones, puedes empezar a tomar decisiones desde un lugar de autenticidad, no desde el miedo o la obligación.
Piensa en esto: ¿cuántas veces has dicho "sí" cuando querías decir "no"? ¿Cuántas veces has aceptado situaciones que no te hacían feliz, solo por no incomodar a otros? Conocerte a ti mismo te da la capacidad de decir "basta", de poner límites, de vivir desde tu verdad.
No normalices el sufrimiento
Hemos llegado a normalizar emociones que no deberíamos aceptar como parte de nuestra vida diaria. Estrés, ansiedad, tristeza... Nos han hecho creer que es “normal” sentirnos así todo el tiempo. Pero déjame decirte algo: no lo es.
Sentir estrés ocasional es parte de la vida, claro, pero vivir constantemente en un estado de angustia no lo es. Hemos llegado al punto donde aceptar el malestar emocional se ha vuelto parte de la rutina. Normalizar el sufrimiento es una trampa, porque al hacerlo, no buscamos soluciones, caemos en el conformismo.
Tal vez no te has percatado pero detras de muchas de nuestras decisiones y emociones está ese niño o niña que fuimos, quien de manera simbólica todavía vive dentro de nosotros. Un niño que, tal vez, no recibió todo el amor, la validación o la seguridad que necesitaba. Y aunque crecemos, esas heridas siguen controlando nuestras decisiones como adultos.
Sanar al niño interior es reconocer que, muchas veces, actuamos desde esas viejas heridas. Buscamos aprobación en lugares donde nunca la vamos a encontrar. Nos lastimamos a nosotros mismos, porque no hemos aprendido a darnos el amor que necesitábamos de niños.
Entonces, te pregunto: ¿Qué necesita tu niño interior hoy? Tal vez necesita que lo escuches, que le digas que está a salvo, que le ofrezcas el amor que nunca recibió. Solo cuando sanes esas heridas podrás avanzar sin repetir los mismos patrones.
Tal vez quien dirige tu vida son experiencias o personas que ya no estan, es por ello que cerrar ciclos es fundamental aunque no sea fácil. A veces, nos aferramos a personas, situaciones o momentos del pasado, pensando que todavía nos pertenecen. Pero el problema es que, cuando no cierras un ciclo, te quedas atrapado en él. Sigues reviviendo el dolor, la frustración, la decepción.
Cerrar ciclos no significa olvidar lo que pasó, significa aprender de ello, soltar el dolor y permitirte avanzar. Es un acto de valentía, porque soltar lo que ya no te sirve es hacer espacio para lo que está por venir.
¿Cuál es ese ciclo que aún no has cerrado? Tal vez una relación que ya no tiene futuro, un trabajo que te desgasta, o una vieja versión de ti mismo que ya no se alinea con lo que eres hoy.
A veces, no todas las pérdidas son tan evidentes como la pérdida de una persona o de una relación. A veces, lo que perdemos es más sutil: un sueño, una esperanza, una versión de nosotros mismos que pensábamos que íbamos a ser. Estas son las pérdidas ambiguas, y aunque no las vemos claramente, su dolor es igual de real.
Es importante que reconozcamos estas pérdidas para poder procesarlas. No puedes sanar lo que no reconoces. Al darle espacio a esas pérdidas ambiguas, te permites sanar y seguir adelante, en lugar de quedarte estancado en un duelo no resuelto.
Así que vuelvo a preguntarte: ¿Quién manda en tu vida?. Porque si no eres tú, si son tus heridas, tus ciclos no cerrados o tus emociones no gestionadas, entonces ha llegado el momento de retomar el control. Tú eres el único responsable de tu bienestar. Puedes sanar, puedes conocerte, puedes cerrar esos ciclos y empezar a vivir desde un lugar de libertad y paz.
Hoy, en el Día Internacional de la Salud Mental, te invito a hacerte esa pregunta incómoda y a tomar acción. Porque al final, el único que debe mandar en tu vida, eres tú.